Un desierto lleno de verde
Una zona arreciada del viento, junto al mar y con una buena insolación, con unos dos grados más de temperatura que en el resto de la ciudad, fue el lugar idóneo para establecer uno de los jardines más especiales y a la vez desconocidos: la colección de plantas de los Jardines de Mossèn Costa i Llobera, donde encontramos las plantas adaptadas a la alta insolación y la falta de agua, las plantas suculentas. Se llaman así porque almacenan zumo (agua) dentro de sus tejidos y se incluyen especies de cactus, azaftas, euforbias...
Aunque en la totalidad del jardín encontramos plantas que merecen una atención especial, la plaza central expone algunos de los ejemplares más interesantes.
Situados frente a esta explanada llena de cactus, lo que primero llama la atención por su volumen y altura de más de diez metros es la euforbia candelabro (Euforbia candelabrum), una planta originaria del Cuerno de África, que también tiene aspecto de cactus pero no lo es. Las euforbias tienen pinchos gruesos que forman parte del tallo y dejan una herida si las arrancamos, al contrario que las espinas de los cactus; otras diferencias son el látex blanco que solo segregan las euforbias y sus flores pequeñas y sin pétalos. Este látex es irritante para la piel y el de esta especie lo es bastante, incluso puede provocar ceguera si entra en contacto con los ojos. Su toxicidad ha hecho que los pueblos africanos la usaran en el pasado para envenenar las puntas de flecha.
Si miramos al extremo oeste de este recinto central, también encontramos otra curiosa planta que podríamos confundir con un cactus, la Alejandría de Madagascar, que crece formando tallos verticales muy altos, y cuando nos acercamos veremos que además de pinchos están cubiertos de pequeñas hojas carnosas en forma de corazón que crecen totalmente alineadas.