El ombú, medio árbol y medio elefante
¿Nos podemos imaginar la cara que haría un ciudadano de Barcelona de principios del siglo XX acostumbrado a ver solo pinos y encinas, cuando se encontró por primera vez estos árboles tan exóticos y desmesurados?
Cuando a principios del siglo XX se empezó a transformar la montaña de Montjuïc en una zona ajardinada para la ciudadanía, se introdujeron muchas especies que nunca se habían visto en la ciudad, y el ombú es una de las que todavía sorprende hoy en día.
En los Jardines de Miramar, desde donde tenemos unas amplias vistas del litoral barcelonés, encontramos una avenida plantada con unos árboles (aunque en realidad no son árboles sino hierbas gigantes) con un tronco rugoso y lleno de bultos, un pie que crece de una manera excesiva y desorganizada que engullirá cualquier cosa que encuentre a su alrededor, y una copa enorme que nos proporciona un generoso resguardo del sol estival y que hace honor a su otro nombre "bellasombra".
Decimos que no es un árbol porque a pesar de su tamaño, este gigante no genera madera, las fibras que forman su cuerpo son ligeras y esponjosas y no forman anillos, eso hace que no se pueda trabajar ni aprovechar como combustible. Está diseñado para almacenar grandes cantidades de agua en su interior para resistir la sequía de su territorio nativo, la pampa sudamericana.
Los ejemplares de esta especie son femeninos o masculinos, por ello dando un paseo por el mirador podemos encontrar unos bien cargados de frutos colgando en uvas (femeninos) y otros que no tienen ninguno (masculinos).